LEMBRANZAS DO PASADO: Venres ás 20.30h.


Lembrade que celebrarase no local social este venres e consistirá nunha mesa redonda aberta á participación na que varios socios, que xa levan no club máis de 50 anos e que aínda están en activo, contarannos como foi a súa chegada a Trevinca e como eran daquela as actividades que o club ofertaba aos seus socios, comentando a diferenza que eles notan coas actividades nas que hoxe participan, medio século despois. Contamos nesta mesa redonda coa participación dos socios: Antonio Graña, Manuel Pérez Blanco, Pedro Outón, Vera Iglesias e Rosa Ferreiro.



Animádevos a participar nesta mesa redonda, onde escoitaredes por boca dos seus protagonistas anécdotas e historias que hoxe nos parecerán incribles.



Peña Trevinca chega hoxe aos 75 anos grazas ao traballo desinteresado de moitas persoas que, antes ca nós, levaron as rendas do Club.

¡AGARDÁMOSVOS!

CHARLA – PROXECCIÓN: MANU CORDOVA

CAMIÑANDO POLOS ALPES
 Mércores día 16 ás 20h.
Club Faro: Auditorio da rúa Areal
O noso excelente convidado é Manu Córdova, un dos grandes referentes do montañismo nacional nos últimos anos. 


Na actualidade é  presidente do GAME (Grupo de Alta Montaña Español) e membro do equipo español de Alpinismo, tamén é membro  do equipo español de escalada en Xeo. Ten no seu haber  escaladas en grandes cascadas de xeo nos  Pireneos, Alpes, USA e Canadá. 
Manu Córdova (Zaragoza, 1986) é premio o Alpinismo Europeo 2011pola primeira ascensión en libre da vía “No siesta” nas Grandes Jorasses (Francia), sexto na Copa do Mundo de Escalada en Xeo 2011, premio de Alpinismo Europeo 2010 e premio de Escalada en Xeo no 2009.  

Con esta proxección faranos vibrar e trasladaranos a ese mundo vertical que tanto nos gusta e admiramos. 

En 40 minutos intentará desvelar todas as reviravoltas destas ascensións: adestramento, planificación e loxística, para acabar cun coloquio onde poderemos debater sobre os asuntos de maior actualidade. 


¡¡Non a perdas e ven cos teus amigos!!

ASCENSIÓN CONMEMORATIVA A PENA TREVINCA

 A saída será os días 12 e 13 deste mes
Esta actividade farémola xuntándonos coa raíz orixe do noso club: Trevinca Barco. Por eso ímonos reunir cos amigos do Club Peña Trevinca Barco para este acto deportivo e de irmandade co que traeremos áactualidade a memoria e o espírito asociacionista orixinario.

Os nosos amigos do Barco ofrécennos un fermoso percorrido pola zonarematando cun xantar o domingo para celebrar este encontro.


A lista xa estará aberta ata o día 8 de outubro


¡Apuntádevos xa que contamos con todos vós!

RESUMO: VAL DE AOSTA

Son moitas as cousas que debemos celebrar polo campamento no val de Aosta este pasado mes de agosto: o lugar escollido, Arpy, pretiño de Courmayeur e ao pé do macizo do Mont Blanc; a climatoloxía que apenas incidiu nunha xornada con choiva, o que non impediu que se cumprise co calendario que levabamos, con tan só unha modificación; tamén celebramos que algún socios fixeron o seu primeiro tresmil ou catromil e, como non, celebramos os 21 que tiveron a sorte de ascender ao Gran Paradiso de 4.061m, cun tempo extraordinario. 



Felicidades a todos e moitas grazas por facernos fáciles as cousas á organización, nunha actividade con moitas variables na cal participamos 60 socios, cunha fraternidade moi boa durante os dez días que durou. 

¡¡MOITAS GRAZAS E NORABOA!!






                                    

9ª ENTREGA: «Trevinca, setenta años en la cumbre»

«Javi y Nacho en el UTMB»
 
Algunos de vosotros sabéis que se está publicando la historia de los más de setenta años de Peña Trevinca Montañeiros de Galicia en el blog del club con el lema PÁXINAS HISTÓRICAS. Hoy sale a la luz una nueva Páxina que, como las anteriores, tengo el honor de escribir aunque entiendo que ésta no debería de redactarla yo. Teniendo en cuenta el ritmo al que se están publicando debería de ver la luz dentro de unos años y para entonces ya habrá otro corresponsal. En mi favor debo decir que la publicación de las Páxinas no está pensada para que sea un relato cronológico al uso y en el caso de un acontecimiento de la importancia del que nos ocupa es comprensible, realista y casi obligatorio que se escriba dentro de lo posible en tiempo real, por eso pido mil disculpas al que dentro de unos años se encuentre con que dicho suceso ya está relatado.

Deseo contar aquí las andanzas de dos modernos caballeros a la usanza de Don Quijote y Sancho Panza, representados en esta ocasión por nuestros compañeros Nacho Pequeno (Don Quijote) y Javier Pereiro (Sancho Panza). Todo es al revés ya que el «pequeno» es Don Quijote y Sancho es el otro. Estos dos caballeros andantes por una vez unieron su locura en una común empresa que no fue otra que doblegar la altura de los molinos de los Alpes.
Por qué estos personajes. Porque es la imagen que yo percibí a su ingreso en el pórtico de llegada de la meta de Chamonix. Antes que ellos llegaron otros muchos, con carreritas algunos, otros con la dignidad y la emoción del momento pero en ocasiones muy abigarrados, tanto es así que yo dudaba de si no los había distinguido a su llegada. Fueron casi un par de horas de angustiosa espera. Las últimas noticias que llegaban nos decían que les faltaban dos kilómetros pero resultaron eternos. Cuando ya casi desesperaba y dudaba de si se habrían retirado, los vi llegar. La pantalla del móvil y la vista escasa me hacían ser escéptico pero no había duda, aquellos dos -de entrada dignísima- eran ellos. La poblada cabellera de Nacho semejaba sin dudar en la distancia el yelmo de Quijano y a su lado, inseparable, el leal Sancho.

Pese a haberlos abrazado poco sabemos, de momento, de las vicisitudes por las que atravesaron. Seguramente han tenido momentos muy difíciles que pronto conoceremos, pero han sido también muy duros los que hemos vivido los observadores de una aventura en la que a decir verdad yo no creía y desaconsejaba. 

 

Las redes sociales tienen sus pros y sus contras pero en esta ocasión agradezco el que existan. Gracias a ellas hemos seguido la aventura día a día además de contemplar la referida llegada a Chamonix.
Particularmente, a cada rato conectaba con el enlace que informaba de la situación del «Trevinca Team» y daba un suspiro de alivio al saber que su situación era la de “en carrera”. Otra cosa era el momento de observar el perfil que tenían ante sí. Sobrecogía adivinar los desniveles en los que había que mirar para arriba y qué decir de las bajadas! Supongo que a los que habéis seguido la prueba os ocurriría más o menos lo mismo.  Al que con los años le toque volver a hablar del tema todo esto le parecerá banal. En vez de adivinar la orografía la irá contemplando y podrá incluso escuchar el aliento de los deportistas, hablar con ellos y si me apuras adivinar sus malos momentos y sus miedos, pero para nosotros, ahora mismo, ha sido un privilegio poder acompañarles siquiera a través de internet.

 «Trevinca» nunca se ha distinguido por ser pionera en algo, de haber batido records o de que sus deportistas hayan hecho primeras ascensiones o abierto rutas inaccesibles, sin embargo, en sus más de setenta años de historia puede estar orgullosa de los logros de muchos de sus miembros, a cuyo Olimpo se incorporan por méritos propios Javier y Nacho o Nacho y Javier. Seguramente ambos tenían ya un historial más que notable para que fueran reconocidos, pero esta hazaña que acaban de finalizar les da mucha notoriedad más allá del ámbito doméstico.
Si tomamos en consideración la edad de Javier podríamos pensar que suyo es el mérito, sin embargo y seguramente sin la compañía de Nacho no sería posible. Por otro lado nadie duda de la fortaleza física y la capacidad técnica de Nacho pero estoy seguro que en más de un momento difícil la templanza y experiencia de Javier ayudarían a resolver todos los problemas.
 
De Nacho solo nos resta esperar nuevas hazañas debido a su juventud. Su bonhomía y su carácter afable y sencillo le están granjeando simpatías día a día. Los participantes en la reciente actividad en Dolomitas, mayormente los que hacían sus pinitos en las ferratas pueden dar buena fe de ello.
Esperamos de Javier lo que él esté dispuesto a afrontar, pero que se deje aconsejar por los que le quieren bien, entre otros el que suscribe. Su historial en el club es razonablemente reciente y creo que ninguno de los que le hemos acompañado en sus primeras andaduras podíamos imaginar esta realidad. Poca gente conocía su nombre. Se le citaba como «el que caminaba con dos palos» y más tarde también por «el que subía las cuestas de espaldas». En muchas de mis charlas con él me hacía referencia en el tiempo perdido, que había comenzado muy tarde a conocer la montaña y que intentaba a toda costa recuperarlo.
 

Hemos dejado para el final la explicación de en qué ha consistido el éxito de nuestros compañeros.

La UTMB (Ultra Trail del Mont Blanc)está compuesta por cinco pruebas de carrera por montaña en la que participan 8000 corredores de 92 países. En una de ellas, la PTL (Petite Trotte à Léon) de 290 km, con sus 26500 m de desnivel positivo a completar en 151:30 horas máximo, tomaron parte nuestros héroes Javier Pereiro y Nacho Pequeno. Tiene coña que los organizadores la califiquen como PT (Petite Trotte) , traducido “carrerita”!

Además del mérito de terminar una prueba de estas características, no es menor el de que por su historial hayan sido seleccionados entre miles de solicitantes. Otros 12 españoles les acompañaron.

El recorrido discurre alrededor del Mont Blanc a través de 19 municipios franceses, italianos y suizos. No es necesario extenderse mucho para explicar la capacidad física, técnica y mental necesaria para superar una prueba de estas características, non stop en autosuficiencia. Además de estar en condiciones de trazar el recorrido en todo tipo de medios, dado que en numerosas ocasiones se superan los 3000 m de altitud, los participantes deberán ir provistos de material adecuado para superar zonas con hielo y nieve amén de equipo para pernoctar al aire libre.

 
No era una prueba competitiva.
El premio fue llegar a la meta de Chamonix los dos componentes del equipo.

 

Fdo. Antonio Graña Molares

 

 

8ª ENTREGA: «Trevinca, setenta años en la cumbre»

MONCHO MORALEJO Y AMADOR DE PRADO 
«LOS ÚLTIMOS DE LA GENERACIÓN DE LA CALLE SAN VICENTE»

Pocos de vosotros sabréis que el primer local social del club estaba radicado en la calle San Vicente, justo en una zona de vinos tan concurrida actualmente que nos podría hacer pensar en lo bien que estaríamos allí hoy en día.
Probablemente «Trevinca» se instala allí a principios de 1950, permaneciendo hasta finales del año 1958 o primeros del año siguiente. Lo que sí sabemos es que en reunión extraordinaria celebrada el día 2 de abril de 1958 la Junta Directiva emite un SOS tratando de buscar alguna solución para afrontar la innegable realidad de falta de gancho de la actividad de la Sociedad. Y para ello se piensa en activar, que no reactivar la faceta social del club  para lo cual se entiende como imprescindible la búsqueda de una nueva ubicación para el local social.
Atrás quedaban los días en los que, para el asombro de nuestro fundador Gonzalo Gurriarán, los socios acondicionaban con sus manos y habilidades el antiguo local para humanizarlo.

En los años a los que nos referimos aquello era un páramo. Aunque había muchos socios del entorno del Berbés su interés por la montaña era escaso por no decir ninguno. El vino que se servía tampoco debía ser de su gusto y preferían las tabernas de toda la vida que no escaseaban. Por otra parte, los esquiadores se encontraban más confortablemente instalados en la sede de Club de Campo y rara vez acudía alguno por allí, excepto cuando se aproximaba la cita anual de Fonte da Cova .
En este escenario se encontraban muchas veces Amador de Prado y Moncho Moralejo cuando se acercaban para hacer vida social o a cumplir con sus deberes como directivos. Me recordaban que cuando uno llegaba lo normal era encontrarse al otro jugando una partida de ajedrez con un tercero pero ni un alma más.
Ambos se nos han ido para siempre en un plazo de un par de meses. Ellos, que fueron muchos años directivos y que tuvieron que pensar muchas veces si merecía la pena continuar, estarán ahora seguramente comentando que sí que mereció la pena no haber bajado la persiana.
 
 
AMADOR DE PRADO FONTÁN

Cuando Moralejo llega a «Trevinca» en el año 1958 ya Amador era socio desde diez años antes.

Con Amador se va uno de los últimos esquiadores de la Belle Epoque de Fonte da Cova y, seguramente, su rostro más conocido. Gran amante de la montaña pero su verdadera debilidad era el esquí. A raíz de la celebración del 65 aniversario del club y cuando ya contaba más de 80 años me explicaba con pena que estaba considerando seriamente dejar de esquiar. Con su inseparable compañero José Luis y sus esposas no faltaban a sus citas invernales en Andorra. Gran amigo y compañero siempre dispuesto a una buena parrafada poseía un curioso sentido del humor. Nunca olvidaré que fue él quien me llevó a esquiar a Navacerrada por primera vez cuando yo iniciaba mi aproximación a este deporte. Con su llegada al selecto club que formaban los esquiadores de las más conocidas familias viguesas el ambiente de Fonte da Cova comenzó a humanizarse sin que ello supusiera merma del encanto de aquel rincón, animando a más de un socio a unirse a tan exclusivo grupo y popularizando el esquí entre los miembros del club.

 

JOSÉ RAMÓN MORALEJO FILGUEIRA
 
Cuando José Ramón Moralejo –Moncho-llega a «Trevinca» en el año 1958 el club, tal como lo entendemos hoy, no tenía Presidente ya que Vigo como otras localidades eran simples Delegaciones y a su frente estaba un Delegado. En aquel momento el cargo lo ostentaba Carlos Posada Tapias desde 1945 aunque no había sido de los fundadores. Carlos había dejado el timón como Capitán de la Marina Mercante para llevar la nave de «Trevinca» y evitar que encallara. Habían sido muchos años de continua zozobra y estaba agotado. Además, una lesión de rodilla le había apartado de la práctica deportiva y no se iba porque ni sus directivos ni la escasa masa social se lo permitía. Pero la fortuna estaba de nuestra parte y la llegada de Moralejo fue la solución. Desde el primer momento -primero como Subsecretario y a continuación como Secretario- consiguió apartar a Carlos de las tareas burocráticas, tales como confeccionar los recibos de las cuotas mensuales que  él mismo confeccionaba de su puño y letra amén de la labor administrativa que no era poca. A partir de entonces Moralejo se echa a las espaldas el club dejando para Carlos Posada la labor de representación.
Su trabajo fue ímprobo. Se puede decir que puso a «Trevinca» en el mapa vigués. Consiguió junto con otros que se nos alquilara un piso en el mismísimo centro de Príncipe. Hasta ese momento la masa social trevinca, al margen de la gente guapa del esquí, estaba constituída por vecinos del Berbés, trabajadores de astilleros y empresas auxiliares, artesanos y operarios de los llamados «oficios». Moncho Moralejo consiguió revertir ese escenario dando de alta en el club a un ejército de empleados del comercio del centro de Vigo, funcionarios bancarios y personal de oficinas y administración. Disponía para ello de un centro logístico óptimo, por un lado la flamante sede trevinca en el mismísimo centro de Príncipe y su centro de trabajo situado mismo enfrente, radicado en las que fueron las primeras galerías comerciales de Vigo. Saltaba de uno a otro lugar según conviniera.
Así se mantuvo hasta el año 1976 en que sucede a su admirado y respetado Delegado Presidente Carlos Posada. Habían pasado casi veinte años de ímprobos trabajos. Después de haber hecho lo más difícil y consolidar al club parecía lógico que su mandato perdurara pero no fue así. Dejó la presidencia cuatro años más tarde en unas condiciones como las que se encontró, es decir con una mudanza. Los propietarios del local nos requerían para que lo abandonásemos y acometer una transformación de todo el edificio, nos recordaban que la cesión de los dos locales que para entonces ocupábamos había sido una gentileza para con Moralejo y otros. Los nuestros honraron sus compromisos y los caseros fueron generosos colaborando en una parte sustancial para la compra del local que hoy día disfrutamos.
Su labor en pro del montañismo fue reconocida no solo por nuestro club que le nombro socio de honor sino por la Federación Española de Montañismo al que le concedió la medalla de Bronce de la misma.
 
Gran aficionado a la montaña trabajó incansablemente en el mantenimiento de Concursos, Marchas de Regularidad y Campamentos. Conocía a la perfección todos los montes de la comarca y zonas cercanas y dentro de las pocas posibilidades que había entonces realizó diversas salidas a Picos de Europa y Pirineos.
Mi recuerdo de Moralejo quedaría incompleto si no mencionara su peculiar modelo para determinar la clasificación en las Marchas de Regularidad. Al efecto había dispuesto un sistema de medias ponderadas que se atribuían a cada una de las parejas participantes en cada uno de los controles. Utilizaba para ello distintos parámetros como los tiempos máximos y mínimos, así como los tiempos determinados por los diseñadores del recorrido. Todo ello lo hacía mediante cálculos sin ayuda de máquina alguna, ya que no existían, utilizaba unos coeficientes de tres y cuatro decimales que a su vez alguien tenía que corregir. Considerando que en ocasiones había hasta cincuenta equipos y había hasta 5 tramos el cálculo era inacabable, de suerte que no se sabía quiénes habían sido los vencedores hasta pasados varios días.
 
Descansen en paz nuestros amigos Amador de Prado Fontán y José Ramón Moralejo Filgueira y reciban sus familiares y amigos el reconocimiento y cariño de los que, gracias a su esfuerzo, pueden hoy en día considerarse «Trevincos».
 
Fdo. Antonio Graña Molares

 

7ª Entrega «Trevinca, setenta años en la cumbre»

«UNA AFICIÓN DE PELÍCULA»

No puedo disimular la profunda admiración que siento por nuestros fundadores, ya fueran montañeros o esquiadores. En muchos casos coincidían en la misma persona las dos aficiones y, desde luego, aquellos esquiadores tenían que ser indudablemente, también montañeros. Aparte de ser unos auténticos atletas está claro que tenían que ser unos apasionados de nuestros deportes para practicarlos en las condiciones en las que lo hacían.

Voy a poner un énfasis especial en la vida de los esquiadores con la seguridad de que ninguno de aquellos esforzados quedará al margen de este relato.

Una de las características que más me llama la atención era su UTOPÍA. Consideraban que con poca ayuda Galicia y Trevinca podrían tratarse de igual a igual con otras regiones montañosas de España. Y no es que se tratase de gente no viajada. Muchos de ellos habían esquiado en otras partes de España y el extranjero.


Soñaban con trenes blancos de esquiadores. Soñaban con jóvenes valdeorreses aprendiendo a esquiar para desplazarse por los pueblos y más tarde convertirse en profesores de esquí. Aseguraban que Tropas de Montaña se establecerían en Trevinca y, con todo ello, llegaría la riqueza y el progreso para una zona tan desfavorecida.
Es cierto que el esfuerzo que ocasionaba la práctica del esquí era denominador común, en aquel momento, en todos los macizos españoles.


Largos viajes hasta las zonas nevadas, penosos desplazamientos con todo el equipo a cuestas hasta lo que ellos llamaban “pistas”. Pisar la superficie nevada de las laderas con los esquíes previamente antes de deslizarse por ellas para que estuvieran medianamente aceptables…. ¿Y todo para qué? Para comprobar lo rápido que se baja y lo mucho que cuesta subir.

Como digo, esto era el denominador común dondequiera que se esquiara. Hay que tener en cuenta que la cosa más parecida a un telesquí se instaló en España en la estación de La Molina en el año 1943 . En Navacerrada aparecería el primero a finales de 1945. Cualquier esquiador medio puede hoy esquiar en unas horas más que aquellos paladines en un par de temporadas. Sin embargo, hay dos factores que con toda seguridad hicieron que la práctica del esquí en Galicia fuese en aquellos momentos diferente al resto de España y no precisamente para eliminar o, al menos, paliar sus dificultades.

Aunque más adelante se pormenorizará cada uno, debemos adelantar que nos estamos refiriendo a: por una parte, la convivencia con los mineros que en aquellos momentos explotaban las minas de wólfram en la zona y, por otra parte, la no menos complicada actividad deportiva en medio de la presencia de la guerrilla antifranquista y sus enfrentamientos armados con la Guardia Civil.

¿Y los esquíes, de dónde sacaban los esquíes? Nunca supe a ciencia cierta su procedencia. Los pioneros vigueses reconocen que los suyos los habían fabricado ellos mismos excepto un par que procedían del Ejército y vaya Vd. a saber cómo habían llegado a sus manos.
 
FIGURANTES A LA FUERZA
 
Curiosamente en las fechas que esto se escribe se estrena en las pantallas cinematográficas la película “Lobos sucios”. Relata con una historia ficticia la actividad minera en las Minas de Valborrás. Esta película no creo que tenga gran audiencia entre los aficionados al cine comercial. Excepción hecha de los interesados en el cine local, público aficionado a los temas relacionados con la segunda guerra mundial, gente de Valdeorras o curiosos del wólfram.
Podría extenderme relatando la trascendencia de esta minería, relatos de espionaje, cambio de manos de la propiedad de las minas entre potencias vencedoras y vencidas e incluso e inevitable, el uso de las minas como campo de trabajo para los vencidos en la contienda civil española.
Solo resaltar que dicho mineral era vital para la fabricación del blindaje de las máquinas de guerra y por consiguiente muy apreciado por ambos bandos. En las minas de la zona llegaron a trabajar hasta 2.000 personas en una especie de «Far-West». Mujeres, niños, todos los brazos eran bien recibidos. Las cifras que se cobraban eran astronómicas para la época y como consecuencia el gasto, el juego y el despilfarro era común.
Habitaban en barracones que todavía persisten y prácticamente no conocían otro mundo ya que las salidas al exterior eran muy deficientes.
Pues bien, en este enclave se encontraba lo que podríamos llamar campamento base para las operaciones de nuestros héroes. Ya fuesen montañeros o, más numerosos, esquiadores.
Para entonces la semilla lanzada por Gonzalo había germinado y los deportistas eran muchos más de lo que podría esperarse.Estamos refiriéndonos a los momentos previos a la construcción del refugio de Fonte da Cova.

Existían entonces socios con “posibles” a los que nos referiremos más adelante que disponían de vehículo propio, los demás una vez llegados a El Barco , casi siempre por tren, habrían de desplazarse a las minas en camiones. Este medio de transporte aunque parezca mentira era el preferido. Los camiones obviamente eran abiertos y su velocidad era escasa, debido a la estrechez de la carretera y los inconvenientes de la nieve. Se consideraba como una ventaja el poder tirarse en marcha ante la eventualidad de una salida de la carretera.

Nos encontramos en el año 1945 y el fin de la guerra está próximo. La necesidad de encontrar alojamiento para el cada vez mayor número de esquiadores rebasa las posibilidades de los pueblos cercanos, Casaio, Lardeira e incluso Viana do Bolo.

Merced a las excelentes relaciones de Gonzalo Gurriarán y, más tarde, a los nuevos miembros vigueses se consigue que la dirección de Minas de Valborrás ceda a «Peña Trevinca» la mitad de un barracón que estaba destinado a economato -en el lugar llamado “A Rabiceira”- amén de que ocasionalmente también se cediera el uso del chalet de la dirección de la mina, en el caso de visitantes distinguidos que también los había entre los esquiadores.

De este modo, nuestros fundadores fueron testigos del final de la fiebre del oro valdeorresa. Pero las minas todavía prestaron un último servicio: materiales y enseres de aquel alojamiento provisional acabaron formando parte del nuevo refugio de Fonte da Cova.
 
ENTRE DOS FUEGOS
 
El otro factor diferencial se refiere a la convivencia temporal de nuestros deportistas con los “fuxidos”, grupos de resistentes antifranquistas que se ocultaban en los montes próximos a la zona y que circunstancialmente bajaban hasta las aldeas y allí adoctrinaban a los paisanos. Todo el mundo los conocía y algunos de ellos convivían a diario con los vecinos.
 
La importancia de la zona la demuestra el hecho de que el último congreso de la Federación de Guerrillas León–Galicia se celebrase en los montes de Casaio en el año 1946.

No es difícil imaginar que en estas circunstancias la actividad deportiva en ocasiones fuera complicada. Por citar un par de casos nos referiremos a tiroteos y escaramuzas en los barracones en donde se alojaban mineros y montañeros. Hubo también secuestros con solicitud de rescate. En un ambiente así más de uno renunció a la práctica del deporte hasta que la situación se normalizó, circunstancia que tardó bastante tiempo. También presenciaron entregas voluntarias a la guardia civil de gente que no soportaba más la situación.

Como colofón y como detalle que podría parecer jocoso diremos que el refugio, tanto tiempo anhelado, no fue inaugurado por nuestra gente sino por la Guardia Civil. Aunque no estaba más que cerrado y techado, la Benemérita consideró que era un lugar muy adecuado, pese a su estado, para utilizarlo como centro de operaciones para hostigar a los “fuxidos” y así lo tomaron prestado sin previo aviso. Parece que no fue fácil el que lo abandonaran.  

Fdo. Antonio Graña Molares

6ª Entrega (2ª Parte) «Trevinca, setenta años en la cumbre»

«LO QUE UNE TAMBIÉN PUEDE DESUNIR»
(2ª Parte)
 
Entretanto las listas de socios continuaban creciendo de manera imparable. Los fundadores vigueses habían participado en la contienda civil. Pertenecían a los vencidos aunque hubiesen participado a la fuerza en el bando vencedor. Con asombro observaban las listas de nuevos socios y excepto a aquellos, muy pocos que ellos habían aportado, los nuevos miembros vigueses no eran aquellos esforzados montañeros que habrían demostrado sus cualidades escalando determinado número de metros, ni habrían demostrado poseer las virtudes que los fundadores habrían atribuido a los nuevos socios. Además en las listas había gente que se había significado -antes y ahora- de ser absolutamente afines al régimen franquista y algunos falangistas militantes. No era difícil suponer que lo mismo sucedía con los nuevos afiliados de otras ciudades y villas.
Como es natural, en sus actividades montañeras no coincidían con estos nuevos socios ya que la actividad social como tal no existía y seguían saliendo con los de siempre, los nuevos eran simplemente nominales.
Solo en las salidas para ubicar el refugio los vigueses compartían con la gente del Barco y otras poblaciones, pero básicamente siempre coincidían los mismos.
 
Como es de suponer el caldo de cultivo no era el mejor para unos idealistas de la montaña que seguían siendo miembros del «Celta» en donde tampoco eran muy bien vistos.
La prensa local, se desconoce por qué razones, recibió muy mal el proyecto de Trevinca y muy especialmente lo referente al refugio y se dedicó a hostigarlo. Se significó muy especialmente “El Pueblo Gallego “.
 
En febrero de 1946 se celebran los primeros campeonatos gallegos de esquí (de los que hablaremos detenidamente más adelante).
Con este motivo, durante casi una semana y en unas condiciones muy precarias se reúnen amén de más de cien participantes, innumerables amigos de los mismos así como curiosos. La organización está desbordada y se alojan como pueden en los barracones de las minas abandonadas de Valborrás, Conde y Montes de Galicia, también se echa mano de casas particulares.
Y empiezan los problemas entre gente que no se conoce y de poco o ningún espíritu montañero. 
Gonzalo Gurriarán escribe a Antonio Villaverde el 6 de febrero de 1946 (especial atención al tercer párrafo):
 

Antonio Villaverde ya tenía descontado de antemano el problema y tampoco tenía ganas de convivir con cierta clase de gente por lo que le contesta a Gonzalo:“Los planes de nosotros, viejos “trevincos”, los tenemos ultimados y creo será un desahogo para la organización de Peña Trevinca. Ya tenemos donde albergarnos y cocinaremos por nuestra cuenta”.
La descripción de los relatos de cómo era la vida allí es surrealista a juzgar por los recuerdos que tenemos de algunos de los que la vivieron y mercería un capítulo exclusivo de estas páginas.
 
FIN DEL IDILIO. Desde abril de 1944 hasta finales de 1945 el ir y venir del cartero era continuado. A partir de entonces termina la correspondencia entre ambos, excepto la que más arriba se ha mostrado.
 
 
Los fundadores vigueses no eran esquiadores. Concebían los esquís como una herramienta imprescindible para un montañero moderno pero no estaban interesados en las competiciones y ese era el rumbo que le estaba dando Gonzalo.  
No se trataba de una contestación pero dejaron de ir a las montañas de Trevinca y pusieron sus ojos en Ancares y en Queixa, a la vez que animaban a algunos de los “suyos” a esquiar en Manzaneda.
 
 
 
 
Antonio Villaverdese dirigía a Armando R. Acosta de Pontevedra en los siguientes términos: “Aquí, desde luego no existe la nieve del Jancianal, pero aprovechando una nevada, para nosotros que no aspiramos a campeones, tenemos las suficientes pistas para deleitarnos como modestos muchachos que se contentan con pasar unos momentos placenteros”.
 
En Abril de 1945, cuando las cosas estaban ya en franco deterioro, Villaverde propone a Carlos Posada para ocupar su cargo de vicepresidente.
En Septiembre de 1945 es nombrado vicepresidente de Peña Trevinca y Delegado en Vigo. Este nombramiento constituye un cambio radical por lo que supone un abandono a las ideas de los fundadores vigueses acercándose más a la forma de entender la Sociedad que tenía Gonzalo Gurriarán. A partir de este momento los montañeros van por un lado y los esquiadores por otro. Apenas se conocen entre sí y su actividad común es mínima.
A lo largo de los próximos años el esquí será una fuente de cuotas sociales ayudando grandemente a que la marca «Peña Trevinca» no desapareciera.
 
Fdo. Antonio Graña Molares


6ª Entrega (1ª Parte) «TREVINCA, setenta años en la cumbre»

«LO QUE UNE TAMBIÉN PUEDE DESUNIR»
(1ªParte)
 

Antonio Villaverde Martínez sabía que poseía un tesoro y de modo alguno quería que el olvido, el desinterés o simplemente la ignorancia acabaran con él. Por eso, allá por los principios de este siglo, poco antes de su muerte consideró una obligación el entregar, que no devolverlo a los que consideraba sus legítimos dueños, es decir los miembros de «Peña Trevinca».
Alberto Canle Campuzano, por entonces Presidente de nuestra Sociedad y uno de los artífices de la extraordinaria expansión de Trevinca, fue el afortunado receptor. A Canle le debemos el que este legado haya llegado hasta nosotros. Aceptó y entendió la encomienda que había llegado a sus manos y con gran cariño lo clasificó y conservó. Tristemente no podemos decir lo mismo de otros archivos de nuestra historia que por una u otra razón desparecieron o se echaron a perder en los traslados de las sedes de la calle San Vicente a Príncipe y de ésta a la actual de Brasil.


El legado consistía en un par de centenares de cartas cruzadas entre el mismo Antonio Villaverde y Gonzalo Gurriarán.
















El milagro del papel carbón permitió que, a falta de
fotocopiadoras, tengamos la oportunidad de leer las copias ya amarillentas de las que él enviaba a Gonzalo. De las que Gonzalo remitía se conservan los originales.




De la actividad e ideario de los fundadores de Vigo no se conserva referencia escrita alguna. Existen eso sí otros testimonios. Yo mismo caminé no pocas veces con Natalio Abad, siempre dispuesto a contar las anécdotas de la gestación del club incluso sin que te interesaras por ellas. De alguna forma había que pasar las interminables noches en una palloza en los Ancares o bajo una permeable tienda. Era yo por entonces un primerizo veinteañero, hablamos de finales de los años 50 y primeros 60 del siglo pasado. De su hija Olguita y de su yerno Tista recibí cumplida y amplia información verbal y fotográfica y noticias de sus aventuras en la época de os “fillos do sol”, incluso tuve la fortuna de admirar los restos de una de las canoas con la que estos adelantados se paseaban por el estuario del Lagares.

 
Cuando ingresé en el club solo hacía 15 años que se había fundado y pululaban por sus salones además del citado Natalio el inefable Barbosa todo un artista que, en compañía de su encantadora esposa Lupe nos deleitaban en las noches de acampada con sus voces y su guitarra. Muy pocas veces coincidí con los hermanos Villaverde excepto en alguna acampada. De los demás fundadores poco o nada recuerdo.

Pero en aquellos momentos además del día a día del club se respiraban los ecos de la gestación de «Peña Trevinca». Allí me encontraba con Carlos Posada,Ángel Villaverde y Amador de Prado entre otros. El primero era entonces Vicepresidente de todas las Trevincas y Delegado de Vigo. Auténtico nexo de unión entre los fundadores de El Barco y la nueva gente de Vigo. A todos ellos les debo los recuerdos que de forma inexplicable se han ido depositando en mi memoria y que vuelvo a revivir cuando escribo estas líneas.

Finalmente en el año 2009con motivo de la publicación de las «Paxinas Históricas» del club tuve la oportunidad de entrevistar a José Villaverde pocos años antes de su muerte. He vuelto a escuchar la grabación poco antes de comenzar este trabajo y a la memoria me viene la lucidez de su relato de los días previos y los dos primeros años de «Peña Trevinca».

Toda esa información y haber conocido a Ricardo Gurriarán y su obra me han hecho replantear la opinión acerca de los dos primeros años de vida de Trevinca. Conocer nuevos sucesos para mí desconocidos me han aportado nueva luz y ayudado a comprender otros que conocía y que hasta ahora me resultaban inexplicables. A Ricardo y muy especialmente a la lectura de su libro le debo el tener una información, creo que, completa y veraz del porqué del divorcio entre los fundadores de Vigo y el Barco.
Es indudable que Ricardo posee una cumplida información sobre todo lo acaecido los primeros años, tiene razones para ello y por su gran elegancia se ha limitado a relatar la más dulce de las versiones. Tampoco es cosa de despertar a los fantasmas.
 
Tenían mucho en común cuando se conocieron y decidieron acometer su proyecto de una Sociedad de Montañeros. Conforme se iban conociendo mejor la sintonía entre ambos grupos aumentaba, especialmente entre los que se podría considerar como portavoces, es decir, Gonzalo Gurriarán por El Barco y Antonio Villaverde por Vigo.
Como muestra de esta sintonía a continuación reseñamos dos párrafos extraídos de otros tantos cruzados entre ambos en Octubre y Noviembre de 1944. Gonzalo dice a Antonio: “Cada vez estoy más entusiasmado de la maravillosa marcha de nuestras cosas, marcha estupenda a pesar de la apatía e ignorancia de los que nos rodean hasta muy de cerca; sigo yo haciendo absolutamente todo y solo con el consuelo de lo bien que se desliza el asunto y de tu colaboración verdaderaramente entusiasta y eficaz”.
Antonio contesta: “Mucho siento el tiempo perdido con nuestros deportes y no haber dado contigo unos cuantos años antes, pues no hubieran ocurrido muchas cosas que no debieron existir, y estoy seguro que patrocinados por ti , los deportes de montaña en Galicia hubieran salido de su letargo inmediatamente”.
 

Sin embargo discrepaban acerca de los medios que deberían de utilizar tanto para la creación de la Sociedad como para reconocer los méritos que habrían de poseer los que finalmente se convirtieran en sus socios. Aunque esto era evidente desde el minuto uno, tanto los fundadores de Valdeorras como los de Vigo prefirieron aparcar sus diferencias suponiendo que estas desaparecerían a través de la relación o sometidos a la evidencia de que un grupo elitista y corto de afiliación carecía de futuro.
Pese a todo había algo común en unos y otros. Esto no era otra cosa que la posibilidad de contar con un refugio propio.
Muy pronto se comenzó a hablar del proyecto. En la mente de Gonzalo Gurriarán. y los suyos no había algo más importante en lo que pensar para un futuro razonablemente próximo. Aunque las montañas estaban allí y tanto sus hogares como otros lugares de pernocta eran próximos, ninguna sociedad de estas características tenía una razón de ser sin un refugio en el que hacer base para alcanzar las cumbres y, muy especialmente, para la práctica del esquí. Y así se le vendió a los de Vigo.

Cuando el tiempo pasa y todo va tomando forma y el sueño puede hacerse realidad merced a que la Federación está decidida a construir un refugio en Galicia, resulta que nuestro proyecto tiene competencia. Nada más ni nada menos que por parte de los compañeros del Celta. Para más inri, dirían los de Vigo que un refugio en el monte Aloia. Antonio Villaverde en una carta que como tantas otras dirige a Gonzalo y se conserva en el archivo del club le dice al respecto: “Es una pena, pues en este monte tal proyecto que creo nunca llegue a tal fin, está preparado para el turismo y sería una nota curiosa ver a unos señores montañeros mezclados con rosquillas, bandas y gaitas del país, amén de una multitud romera en los tres días de fiestas que se celebran todos los años en este lugar”. Pese a todo dicho refugio se construyó rematándose en 1946 y como anécdota se dice que Trevinca contribuyó a su construcción con 50 pts.
El primer problema surge en relación al emplazamiento del refugio. Aunque en Vigo cae muy mal la competencia, había pocos fondos y resultaba insólito que la Federación pudiese financiar dos refugios en Galicia, lo cierto es que el proyecto de Trevinca parece que va para adelante pese a la oposición del Celta y de la prensa local que apoyaba unánimemente el Aloia. Incluso entre nuestros fundadores los había que ponían una vela a cada uno.
La ubicación del refugio estaba prácticamente decidida desde tiempo atrás. Pero Gonzalo deseaba que la gente de Vigo diera su visto bueno, así que como se relata en la Circular para los socios nº1 de Septiembre de 1944, en el mes de Agosto de dicho año se reúnen seis vigueses, Antonio y José Villaverde, Navarro, Natalio Abad, Cameselle y Pérez Izaguirre junto con Antonio Fariñas de León, Manolo Alvarez, Antonio LLordén, Julián Gurriarán y Gonzalo Gurriarán de El Barco. Todos juntos recorren la sierra. La unanimidad fue total y el lugar no fue otro que el Xencianal, por su orientación y proximidad a pistas y cumbres.

Como era lógico los fondos de la Federación no deberían de llegar para la construcción por lo que Gonzalo se dirige a todos los Ayuntamientos de la zona recabando y obteniendo ayudas de algunos. Más adelante, merced a sus contactos y nuevos socios llegaron ayudas de Diputaciones y Ayuntamientos más alejados. La contribución económica de los fundadores vigueses fue escasa y sus contactos y nuevos socios poco podían aportar aunque a través de los años la exigua cuota social sirvió como nodriza para el mantenimiento del refugio.
El presupuesto inicial fue de 75.000 pts. Sin embargo, el cierre de la mina de Vilanova trajo consigo el abandono de la pista de acceso y como consecuencia la mayor dificultad para el acarreo de los materiales de construcción hasta el emplazamiento del Xencianal. El consabido aumento del presupuesto hizo la obra inasumible.
 

 

Como resultado se tomó la decisión de buscar un emplazamiento de más fácil acceso y se escogió la zona de Fonte da Cova. El grupo de Vigo se sintió manifiestamente molesto. La suerte estaba echada y no había alternativa de modo que Gonzalo intentó convencerlos y convencerse que la nueva ubicación tenía otras ventajas, entre ellas, permitiría que los esquiadores pudieran acercarse al refugio y pistas de esquí los fines de semana cosa que en el Xencianal no era posible.  
 
Fdo. Antonio Graña Molares

 

5ª Entrega «TREVINCA, setenta años en la cumbre»

GONZALO GURRIARÁN.
EL HOMBRE QUE NO PUDO SER PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD QUE CREÓ


Desde el comienzo de este trabajo se hace continua referencia a los fundadores pero muy especialmente a la figura de Gonzalo Gurriarán. Entre los lectores de estas páginas este nombre puede resultar  familiar para muchos de ellos, simplemente conocido para otros y totalmente desconocido para el resto.
Cualquier curioso que se aproxime a la página web del club encontrará en ella una sucinta biografía de este señor. A lo largo de esta publicación irán surgiendo comentarios y referencias tanto a su persona como a su obra.
Es por esto por lo que nos sentimos en la obligación de volver una vez más a relatar la parte de su biografía que tiene que ver con la gestación y primeros años de vida de «Peña Trevinca».
Durante muchos años, incluso después de desaparecer prácticamente del escenario montañero su solo nombre suscitaba respeto y consideración. Era un símbolo que iba inequívocamente unido al nombre de nuestro club. Considerado con razón como ideólogo de «Peña Trevinca», además de fundador. Sin embargo, incluso en los primeros momentos poca gente sabía y hoy en día sabe que Gonzalo Gurriarán nunca fue Presidente de nuestro club.  
Nuestro reconocimiento a su hijoRicardo Gurriarán Rodríguez que gracias al libro que publica con el nombre de su padre nos da a conocer al personaje humano que hay detrás del esforzado montañero que conocimos. Ricardo no pretende poner en valor a su padre como tal sino que entiende y compartimos su opinión de que sería injusto que su valía no fuese lo suficientemente conocida.
Aunque como es lógico a nosotros nos interesa especialmente todo lo relativo a nuestra afición no podemos evitar el dar a conocer alguna pincelada de su azarosa existencia.



Gonzalo Gurriarán de niño

Nace en Barco de Valdeorras en 1904  y  fallece víctima de un atropello de coche en Igualada en 1975.

De familia desahogada estudia el Bachillerato en Cataluña y la carrera de Medicina en distintas Facultades españolas finalizándola en Madrid. Durante la misma es huésped de la Residencia de Estudiantes entre los años 1923 a 1928. En ese periodo conoce a Dalí, Buñuel y Lorca entre otros. Amplía sus estudios en Estrasburgo durante cuatro años y a su regreso ejerce como docente en la Facultad de Medicina de Madrid.
La revuelta del 36 lo sorprende en su villa natal. Es de sobra conocido su rechazo a los sublevados lo que conlleva vivir con la angustia de si será paseado hoy o lo será mañana. Afortunadamente no sucede así y es destinado al campo de batalla a curar heridos del bando vencedor. Termina la guerra y ha de sobrevivir en un ambiente hostil dominado por los vencedores. Allá queda una carrera brillante de especialista gástrico e investigador para convertirse en un médico rural que atiende a los pacientes en los lugares más recónditos de la sierra valdeorresa.
Como “exilio interior” define Ricardo Gurriarán la situación de su padre. Sin posibilidad alguna de poder expresarse, Gonzalo adopta una resistencia pasiva con dignidad, dirigiendo todos sus esfuerzos hacia aquellas actividades en las que creía. No eran pocas, pero nosotros nos vamos a referir exclusivamente a las relacionadas con el asociacionismo alrededor de los deportes de montaña y muy especialmente considerando su entorno natural que eran las sierras y los valles de Valdeorras.
No contaba diez años de edad cuando según relata su hijo Ricardo conoce a Edgard d´Hoore , alojado en su casa, quien influirá notablemente en el amor por la naturaleza y la montaña en el pequeño Gonzalo. Como agradecimiento escribiría una loa en el número 9 del Boletín de Peña Trevinca publicado en Diciembre de 1950 en los siguientes términos:
EDGARD D´HOORE
«Dedicamos este número al recuerdo de este precursor del montañismo gallego. Edgar D´Hoore, Ingeniero y Geólogo belga que visitó y estudió nuestras montañas en los años 1913 y 1914. La geología de los montes de Casaio y de todo el macizo de Trevinca fue por primera vez escrutada por este sabio. Sus descubrimientos han tenido, años más tarde, extraordinaria importancia científica y económica.
Pero Edgard D´Hoore fue sobre todo un deportista. Buen montañero como su Rey Alberto, vio nuestras cimas por primera vez con la poesía con que el montañero mira a sus cumbres. Recorrió los valles y las crestas de nuestro macizo cimero y ascendió a los picos más altos de Galicia, que ningún deportista había hollado hasta entonces. Desde la atalaya de Peña Trevinca contempló el bello e inédito panorama de estas serranías del Noroeste de España. «
Durante su prolongada estancia en Madrid, Gonzalo se aproxima con frecuencia a la sierra madrileña. Allí coincide con alguno de los primeros socios de «Peña Trevinca» a la vez que aprende a esquiar y se familiariza con las técnicas montañeras que más tarde aplicará en su territorio al mismo tiempo que las difunde entre sus gentes más próximas.
El pensamiento deportivo de Gonzalo es claro y evidente desde el primer momento. Lo suyo es extender la práctica de los deportes de montaña llegando incluso a interesar a aquellos para los que por razones obvias, la nieve, las alturas, las bajas temperaturas no eran símbolo de otra cosa que no fuera sufrimiento o al menos incomodidad . Predecía que los lugareños acabarían aprendiendo a esquiar y se convertirían en profesionales que enseñarían a las multitudes de esquiadores que con toda seguridad se aproximarían a las pistas de esquí vecinas.
La labor evangelizadora de Gonzalo comenzó antes de conocer a los fundadores vigueses. Cualquier ámbito, ya fuese unipersonal o colectivo, era campo abonado para lanzar su mensaje en pro de la creación de una Sociedad de montañeros. Siendo en principio muy escasos los miembros estos eran “adoctrinados” mediante correspondencia de la que afortunadamente y merced al papel carbón se conserva una parte importante. 

En el año 1944, concretamente en el mes de Septiembre sale a la luz el primer número de la Circular para socios del «Club Peña Trevinca Montañeros de Galicia». Una ambiciosa publicación para la época. Doce páginas tamaño cuartilla con tres fotografías. En él se relaciona una nómina de 97 socios repartidos en toda la geografía gallega y una docena entre Madrid y León. Evidentemente este Boletín es un auténtico altavoz del mensaje de Gonzalo. Prácticamente todo el contenido es obra suya.
En los tiempos que corrían toda publicación era objeto de censura previa lo que indudablemente aumentaba su difusión amén de su depósito en los Organismos pertinentes. Como curiosidad el autor tuvo que dirigirse a la Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela para leer y fotocopiar alguno de los números subsiguientes.

Como decía previamente, Gonzalo utilizaba el Boletín como un medio propagandístico moderno de distintas formas. En ocasiones el auténtico mensaje no se insertaba en la primera página o en la presentación del número sino camuflado entre temas menores. Como ejemplo y colofón de este trabajo insertamos a continuación el que aparece en la página 6 del citado Boletín y que de algún modo representa un pequeño resumen de su pensamiento y objetivo final , parte del cual y desde nuestra perspectiva de “ a toro pasado….” Podamos considerarlo por lo menos como utópico: 
“La semilla está lanzada. Esperemos los frutos, pero no en estática contemplación, sino sobre la marcha, compenetrándonos cada vez más con nuestros picachos, cultivando la camaradería entre los montañeros gallegos, agrupándonos, mejorando la organización, continuando la propaganda a favor de los nobles deportes montañeros y el amor a la Naturaleza. Cuando pase algún tiempo y veamos bosques de esquís en las estaciones de espera de un “tren blanco” y, después del deshielo grupos de montañeros con sus piolets, clavijas y cuerdas, sonreiremos satisfechos de haber hecho algo por acercar esa época.”
Decíamos que Gonzalo Gurriarán nunca fue Presidente de Peña Trevinca Montañeros de Galicia pese a ser uno de los fundadores. Por no ser ni fue directivo en momento alguno. En la lista de socios aparece con el número dos,  justo detrás de su esposa.
Sorprendente, pero si nos trasladamos a los años cuarenta del siglo pasado lo entenderemos. Ya hemos explicado anteriormente la posición política de Gonzalo. Era por lo tanto imposible, además de poco útil, pretender que pudiese ejercer cargo alguno, incluso el de vocal de una sociedad deportiva con una treintena de socios como había en los primeros momentos.
El control del régimen era tan férreo que cualquier asociación que pretendiese inscribirse como tal debería solicitar permiso para que sus directivos pudieran ejercer. Todos estaban sujetos a censura. Dichos señores deberían de cubrir unos formularios para su “depuración”. Los formularios deberían de ser avalados por otras personas inequívocamente afectas al régimen.
En la sede social de Vigo se conserva un incalificable documento con el membrete de Peña Trevinca Montañeros de Galicia, fechado en Barco de Valdeorras el día 25 de Julio de 1944 y firmado por su Presidente, el señor Francisco Neyra Arias. En dicho escrito el Presidente se dirige a Antonio Villaverde Martínez, vigués, y uno de los fundadores, en los siguientes términos:
“En virtud de las atribuciones que me confieren nuestros Estatutos Sociales y la Delegación Nacional de Deportes de la Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S., por intermedio de la Federación Española de Montañismo, me es grato comunicar a Vd. Que he tenido a bien designarle para el cargo de Vice-Presidente de Peña Trevinca Montañeros de Galicia. Esta Presidencia espera de su gestión los mayores éxitos deportivos. Por Dios, por España y su Revolución Nacional Sindicalista».
Francisco Neyra Arias era un buen amigo de Gonzalo que no sabemos cómo aceptó convertirse en el primer Presidente de Trevinca , cargo que ostentó hasta el año 1950. Inicialmente se había propuesto a Eduardo Olano Fernández, Ayudante de Obras Públicas de Orense. Por entonces dicho señor era el mismísimo alcalde de Orense y por supuesto absolutamente afecto al régimen.
Es inexplicable que con su pasado Gonzalo a través de sus contactos tuviese acceso a todos los estamentos del régimen, se le abriesen despachos e incluso se le favoreciese en sus proyectos deportivos en momentos tan complicados y que tuvo como broche final la construcción del refugio de Fonte da Cova auspiciado por la Federación Española de Montañismo en dura pugna con otras Federaciones más poderosas y más próximas al poder franquista.
De todo ello con la infinita paciencia y benevolencia de los lectores, en el supuesto caso que estos existieran o existiesen, continuaremos hablando en las próximas entregas.
Fdo. Antonio Graña Molares