UN ENCUENTRO CASUAL
Me vais a permitir que me explaye con detalles relativos a los orígenes y primer año de la fundación de «Peña Trevinca».
Me contaba José Villaverde como se produce el encuentro entre Gonzalo Gurriarán y él mismo, su hermano Antonio y Natalio Abad. Hay un cuarto pero mis informantes se contradicen acerca de su nombre. Tal vez José Barbosa.
La suegra de Gonzalo habría visto desde su ventana a un grupo de ¿montañeros? Portando un par de esquís de los que se podía adivinar que hubieran pertenecido al ejército y un par de tablas de madera de más de dos metros de longitud con unas cuerdas a modo de fijación de botas. Dichos artilugios habían sido fabricados por los hermanos. Aquella gente desde luego no era de El Barco. La buena señora era conocedora de las aficiones de su yerno por lo que debió de pensar que a Gonzalo tal vez le interesara conocerlos, si no los conocía ya. Desconozco cuanto tiempo tardaron en saludarse pero deduzco que muy poco. Desde luego aquello no era Nueva York.
Tras los saludos protocolarios pasaron a relatar su vida deportiva y sus proyectos. Pronto comprendieron que tenían algo en común: el amor a la montaña. Además, intuían que se complementaban.
Los de Vigo rebobinaban su pasado reciente recordando sus “paseos “ en bici desde El Barco a Puebla de Trives para ascender a Cabeza de Manzaneda y su frustración de encontrarse con esta montaña pelada en tanto que enfrente Peña TREVINCA era un mar de nieve.
Veían a aquel doctor como un nuevo Moisés que los rescataría de la vulgaridad de los romeros con los que tenían que convivir y que los habría de conducir a la tierra prometida. Era de allí mismo, formaba parte de un pequeño pero activo grupo de montañeros, conocía la técnica montañera para desenvolverse en la nieve por su experiencia anterior en otros macizos y por su condición de médico local, quien, visitaba todo tipo de pueblos y lugares de la zona del macizo trevinco. Era desde luego un compañero de viaje de lo más aconsejable.
Gonzalo, representando a su grupo observó desde el minuto uno el “entusiasmo” de aquellos chavalotes. Esta palabra- entusiasmo- la repiten una y mil veces en sus escritos y yo mismo recientemente he vuelto a disfrutarla de labios de Pepe Villaverde cuando se refiere a aquellos momentos.
Consideró a los vigueses como gente fiable, animosa , con cierta experiencia y mucha ambición deportiva a la que incluso las cumbres de Trevinca podrían quedar pequeñas en poco tiempo. Además, eran la punta de un iceberg radicado en Vigo en la que había mucho interés por el montañismo. Tal vez unos buenos compañeros en su proyecto de crear una sociedad gallega de montañeros.
Esto ocurría una Semana Santa. Me aseguran que fue en el año 1943. Sin embargo, a juzgar por la cantidad de encuentros que sostuvieron, los planes y las formalidades de la constitución del club, me cuesta trabajo creer que fue cosa de tan solo un año, ya que el registro de «Peña Trevinca» ocurre formalmente en Abril de 1944 por lo que me atrevo a asegurar que el encuentro sucede en 1942.
Está claro que Gonzalo tenía un proyecto social ya en marcha y, con o sin los de Vigo, seguiría adelante. Los vigueses pretendían constituir un grupo de élite que excluía a todos aquellos que no pudieran demostrar historial además de auténtico espíritu montañero. Además eran conscientes de sus limitaciones económicas para realizar los desplazamientos y veían como un sueño la posibilidad de contar con un refugio en Trevinca tal como les sugería Gonzalo que podría acometerse con la ayuda de la Federación Española de Montañismo. Por su proximidad a los directivos de la sección de montaña del Celta tenían conocimiento que habían solicitado la construcción de un refugio por parte de la citada Federación que inicialmente se construiría en Oya, muy cerca del mar, o bien en el monte Aloya.
Gonzalo les hace poner los pies en el suelo recordándoles en una carta que se conserva en el archivo de Vigo: “Sería de su opinión en lo que respecta a selección para el ingreso en nuestra Sociedad, si no comprendiese que solo somos 6 o 7 verdaderos montañeros y esquiadores en toda Galicia. Para que nuestra organización pueda funcionar necesitamos juntar unos 60 socios, ya que con los 6 o 7 montañeros puros no podría funcionar “Peña Trevinca” ni menos aspirar a construir un refugio».
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Pioneros del Club Peña Trevinca |
En el momento de la constitución se contaba con 25 socios. La captación de los mismos era por lo menos pintoresca. Como ejemplo Gonzalo les dice a los de Vigo que tiene constancia de un grupo de cuatro vigueses que van todos los años a esquiar a Pajares. Si pueden localizarlos. La respuesta fue inmediata: los cuatro esquiadores – y sus nombres- pertenecen a la mejor sociedad viguesa y se los puede encontrar en el Club de Campo de Vigo. Además afirman, se dedican únicamente a la práctica del esquí, y cuando lo hacen precisamente de una forma cómoda, haciendo la mayor parte del tiempo vida de hotel. Ni que decir tiene que dichos señores no ingresaron en el club. Por lo menos de momento, ya que alguno de ellos está entre los primeros cien socios. Todo esto y muchas otras cosas se pueden encontrar en la correspondencia que los fundadores mantuvieron y se conserva todavía en nuestro Club.
Carta va y carta viene. Aunque la decisión está tomada les quedan muchas cosas que aclarar y la distancia hace que no haya otro medio para comunicarse, excepto alguna que otra excursión. Al principio se tratan de Vd. Para, finalmente, empezar a tutearse a la vez que la gente de Vigo decide formalmente unirse al grupo. Es claro que éstos siguen con su política restrictiva y entre los primeros 97 socios solo están los cuatro del encuentro, otros cuatro muy próximos y el número 50, Ángel Villaverde Vázquez, compañero de trabajo de Antonio Villaverde. Un gran montañero cuyo nombre se perpetúa merced al concurso de montaña que lleva su nombre. Hay otra docena de vigueses sin pasado montañero que llegan a través de los contactos de Gonzalo y que actuarán de efecto multiplicador para que finalmente y sin proponérselo acaben aislando a los fundadores vigueses hasta que su actividad social sea solamente testimonial en los años siguientes .
En un viaje a Madrid, Gonzalo consigue- no sin esfuerzo- ser recibido por el Presidente de la Federación Española, Delgado Úbeda, quien acepta el registro del nuevo club de montaña denominado «Peña Trevinca Montañeros de Galicia». Resulta chocante que el mismo Delgado Úbeda viene a ser el padre de la denominación de nuestro club una vez rechazados por el mismo nombres como “Peña Trevinca Sociedad de Montañeros del Noroeste» o «Club Alpino Trevinca».
Una vez superado el trámite Gonzalo se encargará de difundir el ideario de la nueva Sociedad. Para ello además de misivas a distintos niveles, consigue publicarlo en los periódicos de La Coruña y Vigo, concretamente «Ideal Gallego» y «Pueblo Gallego». También en «Meta».
En los ambientes del Celta todo el mundo sabe de las andanzas de nuestros fundadores, aunque ellos nunca dejaron de ser, como decían, simplemente socios. Esta situación da lugar a una serie de intrigas y chismorreos a los que ellos parecen indiferentes.
En Julio de 1944, Gonzalo Gurriarán en nombre de la comisión organizadora se dirige oficialmente al «Club CELTA» anunciándole la constitución de «Peña Trevinca Montañeros de Galicia» y ofreciéndose, tanto a los compañeros del Grupo de Montaña del Celta como a todo ese Club deportivo por si le pudiesen interesar, directamente. Es obvio que no hacía distinción entre el Club Celta y su sección de montañeros.
El trabajo ha sido duro, especialmente para Gonzalo pero ya estamos en órbita, veremos qué pasa a partir de ahora.
Fdo. Antonio Graña Molares